EL DERECHO A LEER
Leer es un derecho de todas y todos que se ejerce en prácticas reales de lectura, en el acceso libre y pleno a los libros. Se concreta en múltiples y frecuentes ocasiones para leer diversidad de textos que posibiliten desplegar la capacidad de elegir. Y en estas ocasiones, es fundamental ser acompañados por adultos de una comunidad comprometida e interesada por la lectura.
En contextos donde los libros y la lectura no son objetos ni prácticas muy habituales es imprescindible favorecer contactos placenteros y frecuentes con los libros. De ese modo favorecemos el acceso a los bienes culturales (como los libros, las películas, las canciones, las pinturas, las recetas de cocina... es decir: todas las producciones humanas) que son patrimonio colectivo, generando condiciones para que los lectores, desde muy pequeños, se vayan encontrando con ese íntimo espacio que proponen los libros.
En el derecho a leer se conjugan múltiples derechos, a la identidad, a los bienes culturales, a ser escuchados, al conocimiento, al pensamiento crítico, a la imaginación, a la palabra, a la fantasía, a los sueños, a elegir...
En contextos donde los libros y la lectura no son objetos ni prácticas muy habituales es imprescindible favorecer contactos placenteros y frecuentes con los libros. De ese modo favorecemos el acceso a los bienes culturales (como los libros, las películas, las canciones, las pinturas, las recetas de cocina... es decir: todas las producciones humanas) que son patrimonio colectivo, generando condiciones para que los lectores, desde muy pequeños, se vayan encontrando con ese íntimo espacio que proponen los libros.
En el derecho a leer se conjugan múltiples derechos, a la identidad, a los bienes culturales, a ser escuchados, al conocimiento, al pensamiento crítico, a la imaginación, a la palabra, a la fantasía, a los sueños, a elegir...
“… el deseo de pensar, la curiosidad, la exigencia poética o la necesidad de relatos no son patrimonio de ningún grupo social. Y cada uno tiene derechos culturales: el derecho al saber, pero también el derecho al imaginario, el derecho a apropiarse de bienes culturales que contribuyen, en cada edad de la vida, a la construcción o al descubrimiento de sí mismo, a la apertura hacia el otro, al ejercicio de la fantasía- sin la cual no hay pensamiento-, a la elaboración del espíritu crítico. Cada hombre y cada mujer tienen derecho a pertenecer a una sociedad, a un mundo, a través de lo que han producido quienes lo componen: textos, imágenes, donde escritores y artistas han tratado de transcribir lo más profundo de la experiencia humana…”
Petit, Michéle. (Del espacio íntimo al espacio público. Espacios para la lectura. Fondo de Cultura Económica. México, 2001.)
Visto y leído en: Leer es contagioso. Entre mediadores, libros y lectores.”
http://www.desarrollosocial.gob.ar/
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