Al principio la palabra sirvió para nombrar, para dar sentido al entorno y transmitir algo a otros. La escritura surgió más tarde como otro modo de conocer y comunicar. Hablar, escuchar, leer y escribir sirven para comunicarnos.
Las personas de culturas que no conocieron la escritura tenían una gran sabiduría. Aprendían viendo lo que otros hacían, por imitación, acompañando a cazadores experimentados; aprendían de lo que oían, participando de una memoria colectiva. Usaban, principalmente, el buen sentido común que se apoya en la experiencia. Esto mismo ocurre con las personas que no saben leer ni escribir pero saben muchas otras cosas.
Las historias que se pasaron de boca en boca guardaron la memoria de los pueblos. Así se fueron modificando y enriqueciendo, con la colaboración de todos, por eso siguen vivas hasta hoy.
El lenguaje es la representación del mundo y la escritura es la representación del lenguaje.
Un niño aprende a leer y a escribir con todo su cuerpo y su persona, con sus experiencias conocidas y su curiosidad por lo nuevo. No se lee sólo con los ojos, ni se escucha con los oídos, ni se escribe solo con la mano que toma el lápiz. Detrás de esos ojos, esos oídos y esa mano, hay una persona con hambre de conocer, alguien que piensa, que relaciona, que construye interpretaciones, que se apropia del mundo.
En la escuela los niños formalizan el aprendizaje de la escritura y la lectura. A la escuela, los padres le confían esta función de enseñanza.
La alfabetización es un proceso que se inicia con la vida, antes de ir a la escuela, y una vez que se pone en marcha continúa a lo largo de toda la vida, encontrando siempre nuevos modos de leer y de escribir.
Las personas de culturas que no conocieron la escritura tenían una gran sabiduría. Aprendían viendo lo que otros hacían, por imitación, acompañando a cazadores experimentados; aprendían de lo que oían, participando de una memoria colectiva. Usaban, principalmente, el buen sentido común que se apoya en la experiencia. Esto mismo ocurre con las personas que no saben leer ni escribir pero saben muchas otras cosas.
Las historias que se pasaron de boca en boca guardaron la memoria de los pueblos. Así se fueron modificando y enriqueciendo, con la colaboración de todos, por eso siguen vivas hasta hoy.
El lenguaje es la representación del mundo y la escritura es la representación del lenguaje.
Un niño aprende a leer y a escribir con todo su cuerpo y su persona, con sus experiencias conocidas y su curiosidad por lo nuevo. No se lee sólo con los ojos, ni se escucha con los oídos, ni se escribe solo con la mano que toma el lápiz. Detrás de esos ojos, esos oídos y esa mano, hay una persona con hambre de conocer, alguien que piensa, que relaciona, que construye interpretaciones, que se apropia del mundo.
En la escuela los niños formalizan el aprendizaje de la escritura y la lectura. A la escuela, los padres le confían esta función de enseñanza.
La alfabetización es un proceso que se inicia con la vida, antes de ir a la escuela, y una vez que se pone en marcha continúa a lo largo de toda la vida, encontrando siempre nuevos modos de leer y de escribir.
Visto y leído en: Leer es contagioso. Un encuentro con los libros EDAIC Varela (Equipo Distrital de Alfabetización Inicial y Continua)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, si estás en el formulario de comentarios vas a ver que hemos activado la opción de verificación de palabras, lo hicimos para reducir la entrada de Spam.
Gracias y disculpa las molestias…