Para sentirnos pintores
no hace falta llamarnos Da Vinci o Picasso,
más bien, necesitamos:
tener 5 años por fuera o por dentro,
una idea genial, incluso sin musas,
una tarde lluviosa que no permita ir al parque,
una vestimenta vieja y cómoda
que pueda embarrarse a gusto
(si se coloca al revés, da buena suerte).
El espacio adecuado para nuestro despliegue,
una lata con agua,
colores brillantes,
papeles, mejor aún si son poemas de otros,
los pinceles deben ser cuatro,
no pregunten por qué…
Algo de música siempre ayuda,
una cinta para que no molesten los cabellos,
dos manos.
Le añaden Mucha Alegría,
una pizca de Concentración,
un trocito de Magia.
Y se cocina todo a fuego rápido
en el perol de los sueños.
Se sirve al momento.
No tiene efectos secundarios.
no hace falta llamarnos Da Vinci o Picasso,
más bien, necesitamos:
tener 5 años por fuera o por dentro,
una idea genial, incluso sin musas,
una tarde lluviosa que no permita ir al parque,
una vestimenta vieja y cómoda
que pueda embarrarse a gusto
(si se coloca al revés, da buena suerte).
El espacio adecuado para nuestro despliegue,
una lata con agua,
colores brillantes,
papeles, mejor aún si son poemas de otros,
los pinceles deben ser cuatro,
no pregunten por qué…
Algo de música siempre ayuda,
una cinta para que no molesten los cabellos,
dos manos.
Le añaden Mucha Alegría,
una pizca de Concentración,
un trocito de Magia.
Y se cocina todo a fuego rápido
en el perol de los sueños.
Se sirve al momento.
No tiene efectos secundarios.
Ilustración:"Paula Nuñez" (Misspink),
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