“¿Quién lee para llegar hasta el final, por deseable que éste sea? ¿Acaso no hay ocupaciones que practicamos porque son buenas en sí mismas, y placeres que son absolutos? ¿Y no está éste entre ellos?
A veces he soñado que cuando llegue el Día del Juicio y los grandes conquistadores y abogados y estadistas vayan a recibir sus recompensas (sus coronas, sus laureles, sus nombres grabados indeleblemente en mármol imperecedero), el Todopoderoso se volverá hacia Pedro y le dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea llegar con nuestros libros bajo el brazo: “Mira, esos no necesitan recompensa. No tenemos nada que darles. Han amado la lectura.”
A veces he soñado que cuando llegue el Día del Juicio y los grandes conquistadores y abogados y estadistas vayan a recibir sus recompensas (sus coronas, sus laureles, sus nombres grabados indeleblemente en mármol imperecedero), el Todopoderoso se volverá hacia Pedro y le dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea llegar con nuestros libros bajo el brazo: “Mira, esos no necesitan recompensa. No tenemos nada que darles. Han amado la lectura.”
El lector corriente II, Virginia Woolf. (Novelista y crítica británica cuya técnica del monólogo interior y estilo poético se consideran entre las contribuciones más importantes a la novela moderna.)
Ilustración: ©ERWIN MADRID
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