La lectura es una herramienta de crecimiento y de autonomía, y la literatura es, acaso, el camino más bello para constituirnos en lectores y lectoras”, porque la Literatura es “un depósito universal que alberga la memoria colectiva, esa en la que se juntan historias y emociones, sentimientos y viajes, llantos y pasiones, luces y sombras, vientos y tempestades, sueños e historias, de escritores de todas las culturas y tiempos que quisieron que sus obras estuvieran a disposición de todos los lectores, fuera cual fuera su época, su lengua o su contexto” (Cerillo, 2010)
(…) Porque el acto de leerles a los niños es un acto de generosidad, tan sólo le prestamos nuestra voz al texto.
“Gratuito. Así es como él lo entendía. Un regalo. Un momento fuera de los momentos. Pese a todo. El cuento nocturno lo liberaba del peso del día. Soltaba sus amarras. Iba con el viento, inmensamente aligerado, y el viento era nuestra voz”. (Pennac, 1993)
Pero leer, es también hablar de los libros. Por eso, en ese tiempo y en ese espacio gratuito, es importante que no nos corra la prisa por ¨hacer¨. Después de leer, es necesario abrir un tiempo para conversar acerca de lo escuchado, compartir opiniones, volver al cuento o al poema para releer una expresión que nos haya gustado (o tal vez disgustado); algo que no hayamos comprendido, algo que nos haya dado mucha risa.
"Aquí hay un libro maravilloso, allí hay un grupo de niños, ¿qué sigue? Sigue hablar" (Chambers, 1997)
“Gratuito. Así es como él lo entendía. Un regalo. Un momento fuera de los momentos. Pese a todo. El cuento nocturno lo liberaba del peso del día. Soltaba sus amarras. Iba con el viento, inmensamente aligerado, y el viento era nuestra voz”. (Pennac, 1993)
Pero leer, es también hablar de los libros. Por eso, en ese tiempo y en ese espacio gratuito, es importante que no nos corra la prisa por ¨hacer¨. Después de leer, es necesario abrir un tiempo para conversar acerca de lo escuchado, compartir opiniones, volver al cuento o al poema para releer una expresión que nos haya gustado (o tal vez disgustado); algo que no hayamos comprendido, algo que nos haya dado mucha risa.
"Aquí hay un libro maravilloso, allí hay un grupo de niños, ¿qué sigue? Sigue hablar" (Chambers, 1997)
Visto en: EL LIBRO DE LECTURA DEL BICENTENARIO – INICIAL
PLAN NACIONAL DE LECTURA
Ilustraciones: Valeria Cis
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