La libertad de ver y escuchar lo que está aquí, en lugar de lo que debería estar, estuvo o estará.
La libertad de decir lo que se siente y se piensa, en lugar de lo que se debería sentir y pensar.
La libertad de sentir lo que se siente, en lugar de lo que debería sentirse.
La libertad de pedir lo que se quiere, en lugar de tener siempre que pedir permiso.
La libertad de arriesgarse por su propia cuenta, en lugar de optar únicamente por estar “seguro” y no perturbar la tranquilidad.
La libertad de decir lo que se siente y se piensa, en lugar de lo que se debería sentir y pensar.
La libertad de sentir lo que se siente, en lugar de lo que debería sentirse.
La libertad de pedir lo que se quiere, en lugar de tener siempre que pedir permiso.
La libertad de arriesgarse por su propia cuenta, en lugar de optar únicamente por estar “seguro” y no perturbar la tranquilidad.
Virginia Satir (En contacto íntimo)
Ilustración: Fernando Vicente
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