21 de agosto de 2013

Interactivos Norma. Recursos didácticos para el maestro


¿CÓMO SE COMUNICAN LAS HADAS?

Las hadas tienen muchos sistemas para comunicarse entre ellas. El más antiguo es el de la telepatía, que consiste en pensar con mucha intensidad en la persona con quien se quiere comunicar y, luego, decir mentalmente el mensaje. Este método casi nunca les falla a las hadas, aunque pocas veces funciona entre los humanos. Algunas hadas que habían leído sobre la manera como se comunicaban los indígenas en América hicieron el ensayo con señales de humo, pero fue un desastre; lo que produjeron fue un incendio terrible. Las que viven cerca del mar o de los ríos prefieren las botellas con mensajes, y las que viven en las montañas escriben cartas, que generalmente envían con la ayuda de algunos animales, como las palomas mensajeras o las rápidas liebres. Si la carta es triste o lleva una mala noticia, usan papel verde oscuro o gris; pero si es alegre y portadora de buenas noticias, usan papeles de colores vivos.

Claro que las hadas modernas que viven en las ciudades ya no son tan románticas y prefieren el teléfono; y las más jovencitas, el internet, por supuesto. Algunas ya son expertas en “chats mágicos”.

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Recursos didácticos para el maestro (1)


LA MADRINA DE LOS DUENDES

Una joven que trabajaba de sirvienta encontró un día una carta pegada a la escoba. Como no sabía leer, se la llevó a los dueños de la casa para que se la leyeran: era una invitación de los duendes para que fuera madrina de un duendecillo que acababa de nacer.

La muchacha no tuvo más remedio que aceptar. Tres duendes vinieron a buscarla y la condujeron a una cueva en una montaña, donde todo era pequeñísimo, pero bellísimo y muy valioso: muebles de marfil, alfombras de oro, mantas de plata, ricos vasos de diamante.

Se celebró el bautismo y la joven fue la madrina, como le habían pedido; después, la invitaron a quedarse unos días y ella aceptó, porque la trataban tan bien que le parecía haberse convertido en una reina.

Se quedó tres días; pero cuando regresó, en la ciudad todo estaba muy cambiado, hasta su escoba y sus amos ya no existían. La muchacha se dio cuenta de que un día de los duendes equivale a un siglo de los humanos, por lo que había estado ausente ¡trescientos años!

Llamó a los duendes y volvió con ellos para siempre. ¿Qué otra cosa podría hacer?

Padoan, Gianni, 366… y más cuentos, Círculo de Lectores, Bogotá, 1989.

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