Se trata de una pregunta difícil de responder, como tantas otras que se relacionan con la formación. No hay respuestas únicas. Sin embargo, en toda biografía de lector siempre hay un momento en el que se narra, como una suerte de rito, el instante en el que alguien nos abrió para siempre las puertas del mundo de los libros. Entonces, una respuesta posible a la pregunta inicial es que nos hacemos lectores en nuestros encuentros con otros. Y claro, también, en nuestros encuentros con los libros.
EL ENCUENTRO CON LOS LIBROS
En una escuela en la que se privilegia la enseñanza de la lectura, es necesario que los alumnos estén en contacto con los libros, que usen la biblioteca y, si existen, que vayan a otras bibliotecas de la comunidad.
La libre exploración permite a los chicos tener una relación con variados materiales de lectura similar a la que tiene cualquier lector que, entre otras cosas, elige lo que va a leer, hojea, saltea páginas, cambia de libro, relee, escucha y da recomendaciones al respecto. Es por eso que tocar libros, mirar sus ilustraciones, intentar lecturas y compartir materiales de la biblioteca son requisitos para la formación de los pequeños lectores. Porque son situaciones que promueven, desde el comienzo de la escolaridad, hábitos de lectura y modelos de comportamiento lector, desarrollando el interés de chicos y chicas por el conocimiento y el gusto por la literatura. La forma (el modo y la frecuencia) en que se desarrolle su encuentro con los libros será clave para que deseen cuidarlos y conservarlos, como lo hacen con cualquier otro objeto al que dan valor.
No es esperable que cuiden lo que no conocen, lo que no poseen, lo que para ellos no vale la pena.
EL ENCUENTRO CON LOS LIBROS
En una escuela en la que se privilegia la enseñanza de la lectura, es necesario que los alumnos estén en contacto con los libros, que usen la biblioteca y, si existen, que vayan a otras bibliotecas de la comunidad.
La libre exploración permite a los chicos tener una relación con variados materiales de lectura similar a la que tiene cualquier lector que, entre otras cosas, elige lo que va a leer, hojea, saltea páginas, cambia de libro, relee, escucha y da recomendaciones al respecto. Es por eso que tocar libros, mirar sus ilustraciones, intentar lecturas y compartir materiales de la biblioteca son requisitos para la formación de los pequeños lectores. Porque son situaciones que promueven, desde el comienzo de la escolaridad, hábitos de lectura y modelos de comportamiento lector, desarrollando el interés de chicos y chicas por el conocimiento y el gusto por la literatura. La forma (el modo y la frecuencia) en que se desarrolle su encuentro con los libros será clave para que deseen cuidarlos y conservarlos, como lo hacen con cualquier otro objeto al que dan valor.
No es esperable que cuiden lo que no conocen, lo que no poseen, lo que para ellos no vale la pena.
Ilustración y texto, visto y leído en: Aprender en casa (Pdf)
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