Crecieron juntos,
siempre hacían las mismas cosas,
pero, a simple vista,
eran muy diferentes.
Él era más bien flaco
y se quedó calvo a los treinta años.
Su sombra, sin embargo, era un poco regordeta
y lucía unos largos y ondulantes cabellos.
Parecía que alguien
los hubiera cosido por los pies
por equivocación
o para gastarles una broma.
Iban juntos a todas partes.
Se necesitaban,
se perseguían el uno al otro.
Él, por las noches,
nunca apagaba la luz
para no sentirse solo.
Cuando se hicieron viejos,
él apenas podía dar un paso
sin la ayuda de un bastón,
pero sonreía
cada vez que su sombra,
dando un salto,
se soltaba de sus pies cansados
y bailaba a su alrededor.
siempre hacían las mismas cosas,
pero, a simple vista,
eran muy diferentes.
Él era más bien flaco
y se quedó calvo a los treinta años.
Su sombra, sin embargo, era un poco regordeta
y lucía unos largos y ondulantes cabellos.
Parecía que alguien
los hubiera cosido por los pies
por equivocación
o para gastarles una broma.
Iban juntos a todas partes.
Se necesitaban,
se perseguían el uno al otro.
Él, por las noches,
nunca apagaba la luz
para no sentirse solo.
Cuando se hicieron viejos,
él apenas podía dar un paso
sin la ayuda de un bastón,
pero sonreía
cada vez que su sombra,
dando un salto,
se soltaba de sus pies cansados
y bailaba a su alrededor.
Ilustración:©Kike de la Rubia
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