6 de abril de 2013

Fragmentos...

LEER. Esa posibilidad de compartir lo que puede ofrecer un texto cuando es leído por alguien con emoción, con cariño y disposición, es el mejor camino para formar lectores*.

Todos los chicos y las chicas deben tener las mismas oportunidades. Los que nacieron entre libros y padres que les leyeron y aquellos que no pudieron compartir ese momento íntimo y trascendente. No podemos conformarnos con que sólo lean quienes quieran leer, cuando tantos chicos no han conocido jamás la posibilidad de que un texto les sea revelado, les resuene y los envuelva. A leer se aprende leyendo, como decía Malicha Leguizamón: “La lectura, y aun el aprendizaje de un idioma, se aprende leyendo”; no existe otra manera.

“El acceso a la cultura escrita, al saber, a la información, constituye un derecho escamoteado con demasiada frecuencia. Al igual que la apropiación de la literatura. Y es por varios motivos que ésta les parece deseable, como veremos: el hecho de tener acceso a ella les permitirá ser más hábiles en el uso de la lengua, tener una inteligencia más sutil, más crítica; y ser capaces de explorar la experiencia humana, de darle sentido y valor poético”.**

Debemos crear la necesidad, el hambre de leer, para que luego pueda ser demandada.
Nadie puede demandar lo que no conoce, lo que no ha reconocido como necesario. Y para que esto suceda, el Estado debe encontrar las herramientas necesarias para generar la igualdad de oportunidades, para redistribuir la riqueza de las palabras y el poder de la lectura como un derecho.
*Giardinelli, Mempo. Volver a leer, Edhasa, 2006. **Petit, Michele. El arte de la lectura en tiempos de crisis, Océano, 2008. Visto y leído en:
http://planlectura.educ.ar/pdf/danleer/2-Primaria.pdf

Ilustración: Nikolaus Heidelbach

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