13 de septiembre de 2012

“GRAMÁTICA DE LA FANTASÍA”, GIANNI RODARI. (Fragmento)

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE QUE SE LEAN CUENTOS A LOS NIÑOS?
El niño al escuchar un cuento no solo intenta comprender la historia, también establece analogías, deducciones, busca entender el significado de las palabras realizando una actividad descifradora.

Construye estructuras mentales, proponiéndose relaciones como “yo-los demás”, “yo-las cosas”, “las cosas inventadas y las reales”.
También mide el tiempo (“una vez”, “ahora”) y el espacio (lejos, cerca)

En la estructura del cuento el niño contempla las estructuras de su propia imaginación, al tiempo que se fabrica otras nuevas, construyendo un instrumento indispensable para el conocimiento y dominio de la realidad.

De esta forma le sirve para involucrarse, conocerse, medirse.
Por ejemplo para medir su miedo. El niño puede jugar a tener miedo. Si la voz de la madre que evoca la “fiera” lo hace en la paz y seguridad del hogar, el niño puede desafiarla sin miedo (construcción de mecanismos de defensa)
¿POR QUÉ LOS NIÑOS SUELEN PEDIR QUE SE LES LEA EL MISMO CUENTO?
Los niños son bastantes conservadores en lo que se refiere a los cuentos. Los quieren escuchar siempre en la misma versión de la primera vez, por el placer de reconocerlos, de aprendérselos de memoria en su secuencia tradicional, de volver a sentir las emociones de la primera vez, en el mismo orden: Sorpresa, miedo, recompensa.
Los niños tienen necesidad de orden y seguridad: el mundo no debe alejarse demasiado bruscamente del camino que, con tanta fatiga, van siguiendo.
El cuento es también para el niño un instrumento ideal para que el adulto permanezca junto a él. Es raro que el adulto disponga del tiempo que desearía para poder jugar con el niño y como él querría, con dedicación, participación y sin distracciones. Pero con un cuento todo es distinto, mientras dura la mamá está con él, toda para el niño, como una presencia consoladora que le ofrece protección y seguridad.
A veces el niño se permite el lujo de no prestar atención –especialmente si ya conoce el cuento (y tal vez por eso él mismo ha pedido su repetición) y por eso solo necesita controlar que su narración se desarrolle por vías ya familiares para poder dedicarse al “estudio” de su madre o adulto que raramente puede realizar cuando quiere. Su voz, sus tonos, sus gestos no le hablan sólo de Caperucita o Pulgarcito, le hablan de sí misma.


Ilustración:
Leticia Gotli Bowski

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